sábado, 8 de septiembre de 2012

MI SEÑOR DON QUIJOTE

Notas para el análisis de un fragmento del capítulo LIII de 'El Quijote', donde otrosí se cuestiona la autoría cervantina de la obra y otras cosas dignas de que se cuenten.

(Tranco tercero)

 
La primera revelación fiable se produjo tras la lectura de la novela cortesana de Antoine Viardot, Le Curieux malavisé, publicada en La Rochelle en 1578 por Louis Bivot, uno de los más famosos editores franceses de aquellos tiempos. Viardot, ampliamente conocido por ser uno de los impulsores de la novela amorosa francesa, de la que luego serían epígonos François Thomas Leclos y Agustine Brevet, había escrito con inusitada pulcritud y esmero párrafos que Cervantes le habría sustraído luego, apasionado por la hermosa concisión del estilo. Antoine Viardot narraba: «Anselme était éperdument épris d'une noble et belle personne de la même ville, fille de parents si recommandables, et si digne elle-même d'estime qu'il résolut avec l'approbation de son ami Lothaire, sans l'avis duquel il ne faisait rien, de la demander en mariage». El lirismo de Viardot resultaba tan evidente que alcanzaba a emocionar. El texto de Cervantes, en cambio, acusaba un prosaismo ramplón que casi estomagaba: «Andaba Anselmo perdido de amores de una doncella principal y hermosa de la misma ciudad, hija de tan buenos padres y tan buena ella por sí, que se determinó (con el parecer de su amigo Lotario, sin el cual ninguna cosa hacía) de pedilla por esposa a sus padres». Notaba, con excelente criterio, Eiderdown, la pérfida inclusión por parte de Cervantes de un perjuro y extraño paréntesis, que no sólo no aportaba nada a la narración, sino que incluso la dilataba inoportunamente.

Pero el más importante descubrimiento del duque lo realizó en la St. Peter's Library de Cardiff,



durante un viaje propiciado por su participación en el Congreso Internacional de Negocios «Buildilg for our future». En sus ratos libres, y rebuscando entre miles de legajos acechados de tiempo en los vetustos anaqueles de la impresionante biblioteca, nuestro estudioso encontró unos versos que, en principio, atribuyó a una de las numerosas colaboraciones poéticas realizadas entre Thomas Kyd y Sir Francis Walsingham, concretamente la que lleva por título The tale of foolish Curiosity, para decantarse más tarde por la autoría del propio Christopher Marlowe (aunque otros críticos señalen, falsaria e impunemente, que Eiderdown confundió a Christopher Marlowe con el mucho más depurado y sucinto autor Philip Marlowe).

MARLOWE, Cristopher
Los versos hallados rezaban: «In death I seek for life, / health in infirmity, / in jail for liberty, / I look for rest in strife, / and faithfulness in treachery». Cervantes, de nuevo se habría apropiado de ellos, traduciéndolos artera y vulgarmente, y aun ripiando: «Busco en la muerte la vida, / salud en la enfermedad, / en la prisión libertad, / en lo cerrado salida, / y en el traidor, lealtad». Un verdadero desatino que bastaría, por sí solo, para descalificar y desacreditar al autor español.


Luego llegarían para Sir Archibald colosales sorpresas, algunas verdaderamente inconcebibles, como las notorias deudas de Cervantes con autores de inmenso prestigio y cuya lectura era amplísima en su época. Eiderdown no podía comprender ya no cómo los investigadores no habían sido capaces de reconocer los concienzudos, reiterativos y evidentes plagios, sino cómo cualquier lector un tanto avezado no había detectado, quizás por mera casualidad, las coincidencias. Se trataba nada menos que del príncipe italiano Giovanni Lentini, experto traductor de las lenguas engadina y sobreselvana, y autor de éxito europeo con su Il Curioso fueri luogo. Del eminente escritor y crítico turco Sosyal Onaran, ampliamente conocido y reconocido, y con quien Cervantes, con toda probabilidad sin saberlo, había coincidido en la batalla de Lepanto, aunque lógicamente en bandos contrarios. En este caso se trataba de su imprescindible novela Densiz merakli.

Prosiguiendo la nómina, que se hacía interminable, era preciso anotar también el nombre del autor tetral checo Zdenêk Liesler, cuya incursión en la novelística (O Zaslepeném zvêdavci ) levantó tantas furias xenófobas como literarias admiraciones.
   
El duque de Exeter —no podía ser de otro modo— daba ejemplos palmarios imposibles de refutar. Transcribimos someramente algunos de ellos: De Lentini: «Ma quella che tu dici de voler intraprendere, non ti farà ottenere gloria presso Dio, né beni di fortuna, né fama tra gli uomini; perché, ammesso tu riesca nel tuo disegno come desideri, non resterai né più soddisfatto né più ricco né più onorato di quel che sei ora». Cervantes trascribía literalmente: «Pero la que tu dices que quieres intentar y poner por obra, ni te ha de alcanzar gloria de Dios, bienes de la fortuna, ni fama con los hombres; porque, puesto que salgas con ella como deseas no has de quedar ni más ufano, ni más rico, ni más honrado que estás ahora». Impresionante. 

Continuará...

(Tranco cuarto)
 
Respecto a Onaran: «Italya'da Toskana ünlü ve varlikli kenti Floransa da Anselmo ve Lotario adlarinda zengin ve soylu iki bey yasiyormus, bunlar birbirlerini öyle severlemis ki herkes onlara iki kafadar dermis». El texto cervantino remedaba: «En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman Toscana, vivían Anselmo y Lotario, dos caballeros ricos y principales, y tan amigos que, por excelencia y antonomasia, de todos los que los conocían los dos amigos eran llamados». Finalmente, la copia del Zaslepeném zvêdavci de Zdenêk Liesler, era aún más flagrante: «V prvních dnech, kdy ve svatebním domê vládne vzdy jen bezstarostné veselí, navstêvoval Lotar svého prítele jako jindy zahrnoval ho pozornostmi, pomáhal mu a bavil jej, jak nejlépe dovedl». Cervantes había imitado a conciencia el párrafo: «Los primeros días, como todos los de boda suelen ser alegres, continuó Lotario como solía en la casa de su amigo Anselmo, procurando honralle, festejalle y regocijalle con todo aquello que a él le fue posible». Eiderdown quedó completamente anonadado, pero su teoría era ya indestructible. 
    Tras la muerte, a causa de un bocio impertinente y despiadadado, de la Fiodoreva, la relación entre Menard y Sir Archibald volvió a avivarse, especialmente cuando el duque, si acaso ofuscado con su antiguo amigo, siempre dispuesto a que la verdad, especialmente la literaria, resplandeciera, lo apoyó en su controversia con Franz Kafka, que por aquellos momentos proponía la autoría del propio Sancho Panza para El Quijote de Cervantes;
 
 
Franz Kafka, esudioso cervantino
 
 
del mismo modo que lo repitió al declarar en el pleito que Pierre Menard interpuso contra el autor mexicano José Antonio Michel, autor de un Quijote huehuenche que tenía numerosas deudas del trabajo del de su añorado amigo francés. Emocionado por la actitud, Menard escribió a Eiderdown: «Debes saber, por lo que respecta a tu espléndido seguimiento del fiasco cervantino, y como mi pequeña contribución a tus investigaciones, que incluso la famosa cita con que concluye Cervantes su primera parte, y segunda salida del esforzado caballero don Quijote, es un calco casi literal del afamado El Curioso impertinente, del autor chipriota Stavros Sartzetakis, quien a su vez lo había tomado del Orlando Furioso de Ludovico Ariosto. Pero mientras Sartzetakis, con esmerado estilo traduce:

 
«Forsi altri cantera con miglior plectio»
Cervantes, por su parte, en un error casi colegial, anota:

 
«Forsi altro canterà con miglior plectio»
donde se sustituye el original de Ariosto «altri», perfectamente recogido por S. S. como «altri», por un impúdico, errático y españolizado «altro».
    El duque de Exeter añadió prontamente la referencia en la siguiente edición de su estudio crítico, referenciando a Menard, y agradeciéndole su precisa y preciosa colaboración. Su amistad ya duró hasta la muerte de Menard en un lamentable accidente de velocípedo. El francés, que también había encontrado numerosas deudas de Cervantes respecto a The Unfortunate Traveller, de Thomas Nashe (1594), especialmente en las alusiones a los encuentros del protagonista, Jack Wilton, paje del Conde de Surrey, con personajes de la entidad de Erasmo, Cornelio Agrippa, Lutero y Pietro Aretino de Arezzo (concretamente de los comentarios vertidos de las mencionadas entrevistas en los insuperables Dialoghi de éste), había hecho feudatario de todos sus escritos al noble inglés, entre los que éste encontró, a poco de comenzar la cata de sus papeles, el comienzo del artículo LIII del Don Quijote, que Menard estaba preparando en secreto.
 


Pietro Aretino de Arezzo


 Con la aquiescencia de los herederos de Sir Archibald Eiderdown, duque de Exeter, puedo trasmitir a nuestros lectores un fragmento del trabajo iniciático de Menard
 
Continuará...