DEL VAL, Fernando
recuerdo aquellos días en que sólo eras presagio
indicio primeros metros de cuerda del
porvenir
tu pelo entonces levitaba trémulo
doblándose como olas abandonadas
invisibles al final del mar
azotando con seda el aire
lejos de todos los faros
bailabas eras música
y yo veía en tus pies alas
como en los de aquiles
una pregunta
tuya valía más
que todas las
resoluciones de naciones unidas
convertiste el
fuego en potencia del alma
las mañanas eran
relámpagos
y en mis
oraciones pedía
que no cejase
aquella luz
no había tierra bajo mis pies
pisaba en falso fingiendo estar
vivo
ser real
sabía que se estaba abriendo una
herida
-la felicidad dura lo que un
fusilazo-
y aun así aparté la venda
consciente
de que debiera haber cubierto sine
die
mis ojos a imagen de los de la
justicia
todas las manifestaciones de la
vida
-arte actualidad olores urbanismo
viajes política religión-
dejaban tras de sí rastros de adn rescatados de tu
pelo
pensé que podría
ser la primera cascada
en trepar y no
caer
y te vi doliente sentada en un
relieve
entre los helechos contemplando
cómo
me depositaba sobre el colmo de los
pozos
llevabas la noche y las estrellas en
tu vestido
-fue en el piso de arriba de aquel
autobús rojo tragedia
imitando la primera planta de la
redacción donde nos conocimos-
cuando entendí que el verano es la
estación total
y el invierno tiene nombre de
tragedia