martes, 4 de septiembre de 2012

CON LA PRESENCIA ESTELAR DE... (Por riguroso orden de aparición)

 

BENSO, Mario

Cinco creencias sobre el sexo que usted debería evitar

En torno a la cuestión sexual, una serie de lugares comunes muy extendidos entre la población han contribuido a generar el estado de confusión que caracteriza a este tema en nuestro tiempo. Con la finalidad de contribuir a iluminar este oprobioso debate, me propongo aportar una serie de ideas centradas en el cuestionamiento de lo que entiendo como cinco grandes creencias erróneas, a saber:

>Primera: Corresponde a padres y educadores informar responsablemente a los niños sobre las particularidades de la vida sexual, para que éstos se familiaricen rápidamente con la misma y evitar traumas futuros.

De ninguna manera. No hay nada mejor que el descubrimiento callejero del sexo, simbolizado en un grupo de adolescentes intercambiándose fragmentos arrugados de revistas eróticas, compartiendo información privilegiada del tipo «me han dicho que el punto G está exactamente por ahí» o exaltando las cualidades excitantes del clorato de Yumbina. Y nada más aburrido que un par de padres sonrientes hablando de «la semillita que papá pone dentro de mamá» como si ésta fuera un tiesto y él el jardinero. Terribles también las charlas sobre sexualidad en los colegios, con esos dibujos de sistemas reproductores seccionados lateralmente como vísceras de cerdo ibérico. Una de mis más placenteras experiencias sexuales de niño fue descubrir un ejemplar de Lui escondido debajo de la cama de mi padre. No sé qué pintaba la revista ahí, pero aún menos qué carajo hacía yo debajo de la cama.

>Segunda: La primera experiencia sexual es la más maravillosa e inolvidable.

Tonterías. A menudo, el primer contacto sexual suele ir acompañado de circunstancias como poco enojosas: para empezar, está la irritante espera a la puerta del colegio para rondar a tu ser amado, que por lo demás parece disfrutar fingiendo desdén e indiferencia a tus impulsos amorosos. Particularmente penoso es el trance de la declaración, un episodio ridículo digno de estudio por los más reputados expertos en conducta humana irracional. Cuando la pareja adolescente logra superar los múltiples inconvenientes existentes para la primera y ansiada cópula (incluídos achuchones furtivos en parques públicos brumosos, besos dibujados a campana herida en portales y demás sutilezas) y ésta finalmente se produce, los nervios son tales que lo más normal es que todo termine en un lamentable episodio a olvidar cuanto antes. Eso sí, algo hay de cierto: la maldita experiencia no logra borrarse de la memoria.

>Tercera: La práctica regular del sexo supone un saludable ejercicio físico para nuestro cuerpo, y una mejora invalorable de la salud y el bienestar de quien la realiza.

Díganle eso a los miles, tal vez millones de personas que han fallecido durante el acto sexual, a menudo por problemas cardíacos. Y eso sin contar que, a la hora de adoptar la inasumbible variedad de posturas ridículas que postula la práctica sexual (algunas rayanas en lo increíble y otras que parecen sacadas de un tratado de tortura medieval), resulta casi inevitable que se produzcan lumbalgias, dolores dorsales, contusiones, rasguños, irritaciones u otros molimientos que por pudor prefiero no mencionar. En cuanto al supuesto bienestar que produce la consumación del éxtasis (un episodio decepcionante cuya duración apenas excede la de una cuarteta bien rimada), en realidad éste se ve rápidamente superado por el producido por el cigarrillo de después, uno de los grandes placeres de la vida.

>Cuarta: Con el fin de garantizar la pervivencia y continuidad de las relaciones sexuales de la pareja, conviene introducir variantes lúdicas en la misma, como el uso de juguetes sexuales, disfraces, juegos de rol,, etcétera.

Ridículo. Resulta sonrojante imaginar a personas serias y razonables disfrazadas de traje regional gallego y lencería de cuero, derramándose chocolate hirviendo por el cuerpo (que, a menudo, acaba impregnando las sábanas y arruinando el colchón), untándose de cremas con olor a albaricoque o, en la peor de las perversiones, golpeando a su pareja con un látigo o una correa de ventilador del coche. En cuanto a los llamados consoladores, mal de muchos consuelo de pocos. Y qué decir de las bolas chinas, un objeto enigmático que pese a su nombre uno no puede encontrar en los chinos.

Quinta: El sexo constituye, en definitiva, una actividad fundamental en la vida de las personas y es clave en su felicidad y realización personal.

La principal y mayor de las infamias. Lo importante en la vida no es el sexo, sino las legumbres; la prueba de ello es que cuando uno padece alteraciones de colesterol, triglicéridos u otros innominiosos elementos, el médico no recomienda fornicar tres meses por semana, sino consumir legumbres con regularidad. Alubia pinta o canela, garbanzo lechoso, lenteja pardina… Hermosos objetos cuyo nombre ya de por sí es sensual y gozoso. La legumbre encumbra la condición humana, y asegura su supervivencia más allá de los siglos.

Y, ahora, tengan ustedes la bondad de disculparme, pues mi señora me está reclamando ataviada con el picardías




de las grandes noches, y no es menester demorar más el inicio de la más hermosa de las holganzas…