Nos han derrotado
Las huestes
amarillas de la Pérfida Nipón nos han arrebatado nuestra hermosa Olimpíada, y
los siniestros y corruptos (sí, corruptos) miembros del COI han devuelto al mar
nuestro mensaje en la Botella sin apenas leerlo, a pesar de haber sido redactado
en armonioso inglés shakespeariano y defendido con gallardía ante el Mundo.
Al
Buen Gasol se le han remojado las barbas, y a los maravillosos ojos de Mireia,
la más bella del monte, se asomó, como ardilla ronda el Parque del Retiro, una
fugaz lágrima. Tuvo que guardar la ropa Nadal, ocupado en batallas
tenísticas, y el Príncipe y la Principesa se volvieron, permítaseme la
expresión, con el rabo entre las piernas.
No tendrá Madrid sus
Juegos Olímpicos; no desfilarán nuestras níveas ondinas de la sincronizada por
la Puerta de Alcalá con la falda miralá, ni Usain Bolt se apretará un chocolate
con churros antes de correrse 100 metros, ni los jerifaltes olímpicos podrán
disfrutar de las meretrices de Costa Fleming o -en caso de preferir las
emociones fuertes- de sus damas de honor de la Calle Montera: han optado por
Tokyo y sus gheisas; han preferido el sushi a unos buenos callitos, el sake a la
caña tirada como Dios manda, el hongo radiactivo de Fukushima al aire puro y
libre de basuras tóxicas de Madrid, el Fujiyama al Puente de Vallecas, la kora
al organillo, el comic manga a la Rue del Percebe, el Kabuki a
Quevedo...
Los ojos del COI se han cerrado ante la certeza de un nuevo milagro español, una nueva vuelta de tuerca a la historia. Dicen que nos dopamos, ellos que se pasan el día empolvándose la nariz y dándole al whisky caro; ellos, con sus miradas cínicas y sus ataques de gota: esa chusma olimpista que no sabe apreciar en lo que vale el esfuerzo de la Villa y Corte por ofrecer al mundo un espectáculo inolvidable. Pero no importa, da igual. Una derrota es siempre una victoria, y ellos tendran sus Juegos pero a nosotros, a ese Madrid de rostros apagados en el metro, hidalguía y prisas, casticismo y mundanal ruido nos queda, hermosa y pura, la Verbena de la Paloma.
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