ALWAYS LOOK
ON THE DARK SIDE OF LIFE
Uno, que tiene pirata
Bucaneros, bucaneros, ha habido muchos. Por un poner, Le Vasseur, que aunque iba por la vida
de enviado del Rey de Francia, se lo montaba de bucanerismo en la Isla de la
Tortuga, la Île de la Tortue, que decían ellos. Latòti, en
criollo haitiano. Los filibusteros, como que eran otra cosa, de hecho se les
llamaba en neerlandés vrijbuiter, palabra que les sentaba perfectamente
bien a los muy cabrones. Corsario ya tenía más nivel, que hay que recordar
a Samuel Bellamy, Sir Henry Morgan, o Bartholomew Roberts: unos machotes.
Pero piratas, piratas, piratas. Pámíquérráfa. Lo cual
que yo le llamaba Dragut, por la cosa
del respeto y la admiración. Turgut,
o Darghouth, había nacido cerca de
Bodrum, en la costa Egea de Anatolia. En un antigüísimo siglo XVI. Era el
eunuco preferido de Khair ad-Din,
«Barbarroja». Algo parecido a Rafa por sus partes, las del eunuco digo. Y solía
darles por la zona de la retambufa a los españoles. Cosas del piraterío.
Procedía a degollar a sus prisioneros con un alfanje mellado, por más daño
hacer, el cabrón. Y luego, desprovistos ya de sus atributos, los ponía a de
remar. Hay que joderse.
A mí me pilló a desmano, y atramazaó en el chaguazo,
justo en Menorca, Y como en el fondo me acabó teniendo cariño, se empecinó en que
escribiera romances. Ahí fue donde yo triunfaba: «Amarrado al duro banco / de
una galera turquesca, / ambas manos en el remo / y ambos ojos en la tierra, /
yo, un forzado de Dragut, / en la Playa de Marbella, / me quejaba al ronco son
/ del remo y de la cadena».
Total, que vale. Bucaneros, filibusteros, corsarios,
vitalianos, berberiscos… Pero piratas, ande esté el Rafa. Mi Rafa, mi pirata. Que
no tiene galera, ni galeón, ni carabela, ni velero, ni catamarán, ni siquiera
una chalupa breve. Pero tiene un avión piratilla, que te cagas.