jueves, 7 de marzo de 2013

ZUSAMMERUFEN STELLAR GEGENWÄRTIG... MARIO BENSO

 Musas

Apremiábame Hoyas para ir retomando este espacio de puro gozo que son mis colaboraciones en el blog, y he de confesar que sí, que aunque en mi vida me he visto en más de un aprieto como éste, reconozco que durante las últimas semanas una especie de atasco mental de naturaleza indescifrable me ha impedido ofrecerle algo no ya digno de publicarse, sino de leerse. Esta misteriosa y prolongada vacancia de inspiración me ha llevado a pensar precisamente si se trata de algo consustancial al caracter algo volátil y caprichoso de ésta, o más bien a un período concreto de intensa actividad que no me ha dejado mucho tiempo libre para pensar. Y bien es sabido que las musas, como buenas pelanduscas que son, gustan de pillarnos un tanto desprevenidos y sin otro menester que no hacer nada, ya que así consiguen llamar más la atención.



Dándole vueltas a estos pensamientos peregrinos llegué a la conclusión –demasiado rápida, tal vez, para ser certera- de que es más que probable que la inspiración juegue caprichosamente con nosotros, abandonándonos a nuestra suerte para luego agarrarnos por el cuello cuando menos lo esperamos y llevarnos al huerto a su voluntad. Chuminadas, me dije, basta con sentarse y ponerse a escribir, afrontar con decisión el famoso vértigo de la hoja en blanco. Todo saldrá por sí solo…

Para acabar de empeorar las cosas, mis compañeros de Último Cero también me recuerdan que ya va siendo hora de mandar algo, y una suerte de pequeño estado angustioso comienza a adueñarse de mí: justo el peor de los escenarios para ponerse a emborronar folios… A última hora decido despreocuparme del asunto y distraer mi mente en otros menesteres, ya que el truco de la hoja en blanco no ofrece resultado alguno: no hay nada que me impulse a escribir ni la más mínima sandez.


Hasta que anoche, a eso de las cinco de la mañana, me despierto entre los vapores brumosos del sueño con un párrafo entero entre los labios resecos, y de repente ese párrafo de estira como un chicle dublemín y empieza a soltar ideas, y hete aquí que en unos minutos aquel artículo estaba ya escrito en el papel imaginario, de modo que a campana herida me incorporo y empiezo a escribir porque a una idea, como a una hermosa dama, no se la puede hacer esperar, y antes del primer bostezo todo estaba terminado. Ignoro el sutil dispositivo que puso todo esto en marcha (se me ocurre que esa misma tarde me había agarrado uno de mis —por fortuna— escasos ataques de mal humor, que tal vez acabó actuando a modo de acelerador de combustión interna), pero es probable que, como sugería Julio Cortázar, debamos resignarnos a que la inspiración acuda a nosotros cuando menos la esperamos, y entonces hay que agarrarse a ella y dejar todo lo que uno esté haciendo para abalanzarse sobre el papel, porque mañana puede ser demasiado tarde.

Dicho esto, amigo Hoyas, para que estas líneas de alguna manera figuren en el haber de los inexcrutables designios del subconsciente. Eso sí, ya podía elegir otra hora, carajo, que a las cinco sólo están despiertos los gatos y algún que otro coordinador de blog que gusta de ocultarse justo cuando el sol empieza a desperezarse…



 

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